Existe una creencia popular de que el estrés es un problema exclusivo de ejecutivos o personas sometidas a la excesiva demanda que imponen las grandes responsabilidades. Pero esta creencia es incorrecta: la mayor parte de las personas atraviesa por períodos de estrés en algún momento de su vida. Padecer estrés, quiere decir, ni más ni menos, que ante determinada exigencia de vida, estamos teniendo dificultades para regular la ansiedad. Para ponerlo en términos simples, la ansiedad es a la mente, lo que la temperatura corporal es al cuerpo. Los seres humanos estamos preparados para regular tanto una, como la otra. Cuando fallan nuestros recursos para regular la ansiedad caemos en alguna de las siguientes situaciones. En el primer caso, cuando la ansiedad se mantiene demasiado elevada, y no conseguimos reducirla, nos sentimos tensos, enojados e irritables. En tales condiciones cae también el desempeño intelectual y motriz. Para entenderlo mejor retengamos un instante la imagen de lo que le pasa a un tenista cuando pierde el control del partido. De entrada, instintivamente, intenta aumentar sus esfuerzos; pero si no logra revertir lo que ocurre dentro suyo, dificilmente pueda salir victorioso. Pero si, por el contrario, el nivel de ansiedad fuera demasiado bajo, y no lograra revertir la situación, la persona al poco tiempo se mostrará deprimida, sin ánimo y falta de incentivos. Comenzará entonces a pintar un mundo en ruinas, lleno de imposibilidades, donde la culpa siempre se hace presente. El curso de Control de Estrés apunta a brindarle a las personas los recursos y estrategias para “reaprender a regular la ansiedad”. Con la única excepción de los pacientes psiquiátricos, todos los demas pueden sacarle provecho. Incluye prácticas intensivas, la visión teórica más moderna y un test personalizado para que usted pueda tener un panorama de su situación actual. Y lo más importante: usted puede llevarlo a la práctica en su vida cotidiana desde el mismo instante en que finaliza el curso.